Establecido
en 1944 con el objetivo de reducir la pobreza, el Banco Mundial,
con sede en Washington DC, es una institución financiera
internacional que proporciona ayuda financiera y técnica, además de servicios
de asesoramiento para mejorar el desarrollo en los países pobres y en
transición.
A
pesar de sus metas loables, las actividades del Banco Mundial y su influencia
excesiva sobre las decisiones políticas en los países en desarrollo han sido
foco de controversia
durante muchos años. Innumerables manifestaciones denunciaron los objetivos
neoliberales del Banco, incluyendo cuando impuso políticas de condicionalidad
injustas, medidas de austeridad que niegan el derecho a la educación o a la
asistencia medica, o apoyo a proyectos destructores con respecto al medio
ambiente, y falsos alivios de deuda. Los programas de ajuste estructural
iniciados por el Banco durante la década de 1980 resultaron en el empobrecimiento
de millones de personas en los países en desarrollo, ya que forzaron el fin de
la intervención del estado y requirieron la extensa liberalización de las
economías como condiciones para recibir los prestamos del Banco Mundial y del
Fondo Monetario Internacional. Los programas de ajuste estructural fueron muy
criticados por la sociedad civil hasta su abandono oficial en 2002.
Aunque
casi el 80 por ciento de la comida consumida en África subsahariana y en Asia
es producida por los pequeños agricultores, el
Banco niega la importancia de la agricultura familiar para el desarrollo
rural sostenible y la seguridad alimentaría. Los pequeños agricultores
representan 80 por ciento de todas las explotaciones en el mundo en desarrollo. Por
lo tanto, las inversiones de los propios pequeños agricultores, y no las
inversiones extranjeras, son la principal fuerza sosteniendo la agricultura y
deben ser alentadas. Acentuando aun más su desconexión con la realidad, el
Banco opta por pasar por alto el record negativo de la inversión extranjera
directa en los países receptores. En consecuencia, las comunidades rurales y
los pequeños agricultores han sido victimas recurrentes de los proyectos de “desarrollo” apoyados por la inversión extranjera
directa que han resultado en graves daños ambientales, el desplazamiento
forzado de las comunidades locales, y el acceso restringido o prohibido a las
tierras ancestrales y los recursos naturales.
El
Instituto Oakland y diversas
Organizaciones Internacionales están denunciando las practicas del Banco
Mundial y las imposiciones que a través de diversos organismos instituidos por
el, como el "Doing Business” esta
ahogando a los pequeños agricultores y arrebatándoles sus tierras.